Cortesía de Ambar Rivero |
Homenaje al ser…
Buscando
en todo cuanto hacemos la relación entre el mundo de afuera y la esencia de
nuestro ser y viceversa, hoy comparto con ustedes esta reflexión derivada de la
experiencia de conocer el enfoque artístico de mirarse a sí mismos.
El título de este post tiene relación con una exposición
de fotografía a la que asistí y que fue realizada por la artista visual y
fotógrafo Ambar Rivero auspiciada por la Alliance Francaise de Maracay. En la muestra, la
fotografía y la poesía se combinaron para reseñar, desde la visión del arte, la
interesante filosofía del ser y lo que somos o dejamos de ser desde nuestra
cotidianidad.
Así que iremos desgranando algunas ideas sobre este tema
de hoy…
Ser o no ser… he ahí el dilema.
Histórica primera frase de un
monólogo de “Hamlet” escrito por William Shakespeare alrededor del año 1600 que
sigue teniendo tanta vigencia como entonces.
Sería interesante preguntarnos hoy: Qué sentido
tiene ser tú mismo? y… Qué significa no ser tú?
Cuando NO somos, pensamos desde las ideas de otros aunque
no nos convenzan, miramos desde ojos ajenos, anulamos el sentir de nuestro
corazón y hablamos desde el enfoque de una voz que no es la nuestra.
Cuando no somos, la sombra del temor lleva el timón de
nuestro barco y el puerto seguro al que necesitamos llegar, y que somos
nosotros mismos, no lo vislumbramos a ninguna distancia, aunque el mapa de ruta
lo tengamos a la mano, a nuestra disposición.
Cuando SOMOS, nos sabemos en constante
aprendizaje y crecimiento, nos reconocemos como un ser que se está construyendo a sí
mismo y, por eso, no se da por hecho, no se piensa como alguien que
es perfecto, sino como un ser que, cada vez que asimila una experiencia,
comprende lo mucho que todavía le falta por aprender.
Ser o no ser, como todo, es una elección de cada quien.
¿Cuánto das y a quién?
Hay quienes viven llevando la cuenta
de lo que dan y esperando de vuelta la compensación por lo que dieron. Por otro
lado, hay quienes solo se interesan por dar y no llevan inventario de nada pues
saben, de alguna manera, que todo regresa de vuelta multiplicado… nada se
pierde.
Procuramos dar lo mejor de nosotros? Es
una pregunta que atiende a la calidad de lo que damos.
Lo que sea que demos, entendiendo
que estamos hablando de lo constructivo, benéfico y positivo: de qué forma lo
medimos?, en función de la calidad, de la cantidad o de ambas cosas?
¿Qué nos importa más: la calidad o cantidad de lo que
damos? Por qué?
Quizás parezcan ser
muchas preguntas a la vez, pero pensándonos a nosotros mismos y encontrando las
respuestas dentro de sí es que llegaremos a desentrañarnos y conocernos paso a
paso, un poco más cada vez.
Ahora, a quién damos?... es otro aspecto del dar, del
darse, bien interesante. Aquí sería valioso revisar si lo que
estamos dando a otros también nos lo estamos concediendo a nosotros mismos y
agregaría preguntarnos también, con qué calidad y medida nos estamos dando una parte de
lo que somos y hacemos a nosotros mismos?.
Es bien sabido que nadie puede dar
de lo que no tiene, es decir de lo que ni siquiera puede darse a sí mismo. Sin
embargo, cuántos
de nosotros tratamos de ser y dar a otros lo que ni siquiera hemos sembrado y
arraigado dentro de sí?. Muchas veces nos ocurre que, sin estar
plenamente conscientes de ello, buscamos la anhelada aprobación del otro que no
está mal pero que, si se convierte en la razón por la que buscamos dar, se hace
necesario revisarnos.
Si necesito constantemente que otros
me aprueben, entonces no estoy creyendo en mí, no me estoy aprobando. Y buscar
ser siempre aprobado por otros, más que acercarnos, nos aleja de todo y de
todos… sobre todo, nos aleja de nosotros mismos.
¿Será que hay que desaprender para
aprender?
Definitivamente
SI. Porque
muchas de las cosas que hacemos y como lo hacemos, obedecen a los patrones de
conducta y comportamiento que, siendo valiosos muchos de ellos, otros nos atan
y paralizan porque están creados a la medida de una sociedad construida para
ser vivida desde y hacia afuera.
Quizás esos patrones sirvieron y
funcionaron al mundo como estaba en otros tiempos, pero ya no. Pese a lo desastrosas
que parezcan estar las cosas, la humanidad actual, de alguna manera, se
interesa más que antes por crecer desde dentro y eso hace que nos veamos en la
necesidad de desaprender viejos esquemas para ajustarnos a lo que nos llevará a
otro nivel de comprensión de la vida y, sobre todo, de nosotros mismos.
Nadie aprende un idioma nuevo desde el idioma que ya
sabe. Para aprender a adentrarnos a algo que es diferente y nuevo
para nosotros necesitamos, aparte de la
disposición, aceptar que cada cosa nueva en nuestra vida trae su propio manual de
instrucciones y, para entenderlo, para ponerlo en práctica, es necesario
dejar a un lado lo que nos impida asimilar los nuevos aprendizajes.
Suena fácil y sencillo… ponerlo en
práctica conscientemente es donde se encuentra el meollo de la situación. Pero si conocerse a
sí mismo no fuese tan valioso y no representase el más alto logro que un ser
humano puede alcanzar, de seguro que hace mucho lo encontráramos envasado en
los supermercados, como cualquier producto para llevar. Con esto
solo quiero decir que vale la pena el esfuerzo de este viaje al interior de sí
mismo porque es el logro que jamás perderemos ni nos podrán quitar.
Es el riesgo irremediable, el paso obligado para quienes
se eligen a sí mismos.
Tal como me comentaba Ambar Rivero,
somos observados por muchas personas y quienes nos observan podrían decirnos
que ya no somos las personas que ellos conocieron… Y agrego que ciertamente es
así, pues si la sociedad es cambiante se debe a que quienes le dan vida, las personas,
también lo son, y no se puede pretender que la sociedad cambie y no lo hagan
las personas que hacen esa sociedad.
Y en la paradoja que representa la sociedad y
sus esquemas, nos encontraremos con que todos aquellos que se buscan a sí mismos, se convierten en una especie de seres extraños, mayormente
cuestionados y difíciles de comprender pero que, con el paso del tiempo, aunque esa no haya sido su meta ni su intención, llegan
a ser ejemplos a seguir después que fueron duramente tratados y casi totalmente
incomprendidos.
En esa onda de elegirse a sí mismos,
será importante tener lo más claro posible que muchas veces sentiremos que es
un tránsito en un camino en solitario y que, a medida que vayamos avanzando, necesitaremos
reforzar nuestras dosis internas de fuerza de voluntad y lo más crucial:
comenzaremos a sentirnos lejos de muchas personas, algunas de las cuales no
creímos nunca que nos sentiríamos a kilómetros de distancia de ellas dentro de
nosotros y, sorprendentemente, mientras eso ocurre con el mundo de afuera, comenzaremos
a sentirnos más cerca de nosotros
mismos.
El “ya no eres quien yo conocí… ya no te
quiero” que recibiremos de muchas personas, tendrá una compensación
dentro de nosotros que nos dirá: “empiezas a ser alguien a quien sí conozco… ahora te
quiero”.
Me despido por hoy deseándote que, en algún momento, si
ya no te lo estás diciendo, te escuches decirte: “empiezas a ser alguien a quien sí conozco…
ahora te quiero”.
Un
gran abrazo… Nos leemos en el próximo post.
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