domingo, 16 de noviembre de 2014

¿Qué harías si no supieras qué hacer contigo mismo(a)?



“El que no conozca su propia realidad no podrá construir su cielo”. 
Manuelita Ferreira




Cuando los dilemas nos abruman…

                    Tendemos a olvidar el ser que somos… tendemos a olvidar el valor, la fortaleza, la belleza y el inmenso caudal de amor que vive y palpita dentro de nosotros, y cuya muestra es cada latido de nuestro corazón.
             Cuando los dilemas nos abruman, nos empequeñecemos tanto que, aun siendo de día, todo lo vemos oscuro, todo lo sentimos inmensamente pesado, difícil de llevar y soportar… A veces, simplemente, tocamos fondo.

            Al respecto, los amigos a quienes consulté su opinión sobre el tema principal de este post, coincidieron en la difícil situación psicológica y emocional en la que nos ponemos cuando las cosas no marchan bien en la vida que estamos llevando.

            Pero, ¿qué son los dilemas y qué los genera?... Quizás resulte obvio definir la palabra dilema pues basta con buscarla en un diccionario; sin embargo, pensar en qué genera un dilema sería más interesante de abordar porque nos pondría a prueba permitiendo explorarnos a nosotros mismos, aunque sea en forma hipotética, en este momento. Por ejemplo, Qué harías en un caso como este? : Supón que tu madre está enferma de muerte y necesita un medicamento y no tienes el dinero para comprarlo y vas al boticario y le pides que te lo de para pagarlo más tarde, el boticario no te lo da y es la única farmacia en 200 kilómetros a la redonda y cierra en 5 minutos, ¿dejarías morir a tu madre o lo robarías para salvarle la vida? Ese es un dilema moral real, el punto donde tienes que utilizar la razón contra la moral. (Tomado de Wikipedia)… Te pregunto de nuevo: en ese caso, tú, ¿Qué harías?

Y así como el dilema anterior, hay tantos y tan variados que creo, sinceramente y una vez más, que optar por conocernos a nosotros mismos es, cada vez, la mejor opción para hacerle frente a las situaciones de la vida que se nos presentan y que no son otra cosa que una prueba a lo que somos, a ¿quién soy?
           
La encrucijada… ¿qué camino tomar?
             Cuando pregunté a muchas personas amigas en forma directa y en Facebook sobre el tema principal del post, me dieron distintas y variadas respuestas, todas interesantes. Obtuve respuestas como: no sé qué haría, me aislaría, entraría en silencio absoluto, me mataría y acabaría con todo de una vez… hasta respuestas como: me levantaría y no me rendiría, me distraería para no caer en errores mayores, volvería mi atención hacia Dios y buscaría su ayuda, tendría fe para seguir adelante y superar los obstáculos o…después de vivir la situación difícil entendería que todo depende de sí mismo y que las situaciones que nos pasan están allí para que aprendamos… Y es que es tan variada la decisión de una persona a la otra en torno a una misma pregunta, y ninguna cuestionable, porque se trata de cómo está cada quien consigo mismo en un momento dado. Ciertamente, hay opciones que son mejores y de mayor beneficio para nosotros pero, en muchas ocasiones, no las vemos como las mejores ni las más viables.

            ¿Qué hacemos, entonces, para decidir lo mejor posible? Por experiencia, sé muy bien que decidir desde mis vísceras no me ayuda y menos me hace bien. Solo empeora las cosas. Creo que lo mejor es serenarse lo más que sea posible y, desde esa serenidad, la visión de las cosas se aclara, logramos sentirnos mejor aunque la situación, como tal, no esté del todo resuelta.. SOLO ES CUESTIÓN DE ENFOQUE.

¿Quién es Quién?...

          Las situaciones que enfrentamos las generamos nosotros. El punto es que solemos confundir a las situaciones con nosotros mismos…Sí, somos responsables de las situaciones pero NO somos las situaciones. Así que en nuestras manos está cambiarlas para bien o empeorarlas.

            Cuando no sé qué hacer conmigo, me doy cuenta que –en mucho- me estoy confundiendo y haciendo una con la situación. Y desde ese enfoque, desde esa perspectiva, metida en esa tormenta, difícilmente pueda evitar salir empapada de ese conflicto.

            Pero cuando tomo distancia, COMO SOLO ES CUESTIÓN DE ENFOQUE, tal como dice el refrán: puedo juzgar el acto y no el actor… puedo ver aciertos y errores, me doy la oportunidad de aceptar y asumir responsablemente ante mi lo que tenga que asumir, respirar profundo y decidir qué haré al respecto: si hacerme como si no ha pasado nada y continuar cayendo en el error o tener la valentía, la entereza, la dignidad, el respeto por mí misma y la voluntad para cambiar, mejorar y seguir avanzando… Todo esto es posible cuando “tomo distancia” de mí. En cambio, si no lo hago, la ensalada que se forma en mi mente y en mi corazón no deja lugar a ningún otro ingrediente que refine el sabor de esa ensalada mental y emocional.


Y, en definitiva, ¿qué hago conmigo mismo(a)?...

         Esto que aquí apuntaré no es una receta, pues no es mi intención decir a quien me lea lo que debe o no hacer… es lo que me ha ayudado y funcionado después de innumerables traspiés, quizás haya mejores ideas al respecto pero estas son las que conozco y me han sido útiles:

·         Ponerse en pausa: Ayuda a serenarse, a entrar en conversación consigo mismo para sincerarse.
·         ¿La actuación de quién revisaré?: Evitar pensar en lo que hizo el otro para evaluarlo o juzgarlo en vez de mirarme a mí… No se logra ni se gana nada pensando sobre cómo lo hicieron los otros porque no tienes poder para cambiarlos, pero si tienes el poder para cambiarte a ti.
·         ¿Qué estoy sintiendo?: Hacerse consciente de qué sentimiento es el que estoy experimentando en el momento.
·         Preguntarse: ¿Por qué me estoy sintiendo así? ¿Qué estoy haciendo que me siento mal conmigo mismo(a)?
·         Soluciones: No quedarse dando vueltas en círculo sobre el problema, MIRAR las soluciones.
·         Actuar: Si todos los pasos anteriores se han dado y no se entra en acción, de nada valdrá haber hecho el ejercicio. Hay que HACER ALGO POR SÍ MISMO Y PARA SÍ MISMO…HAY QUE AUTO AYUDARSE…Un primer paso, lleva al siguiente y así se convierte en una cadena que, sin darnos cuenta, nos hará obtener pequeñas victorias (al principio) sobre nosotros mismos que nunca más querremos dejar de experimentar.

             Y ya para finalizar el post de hoy, te invito a ver esta película llamada TE DOY MI ALMA, que trata sobre una historia real de una mujer que se sobrepuso a sí misma y logró ser útil, dar su aporte a otros y dejar una huella…

Mil gracias a todos los que me regalaron unos minutos de su tiempo para compartir sus opiniones y que enriquecieron el contenido de este post…


Un gran abrazo… nos leemos en el próximo post.

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