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Dar de lo que nos sobra no tiene
gracia ni mayor gloria… Dar y compartir de lo que se tiene para sí mismo hace
gala al bien dar y ennoblece nuestro paso por la vida.
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De lo superficial a lo profundo…
Estamos ya en Navidad pues llegó diciembre… es mes de
recoger, en parte, la cosecha de un año pero, ¿Qué tanto merezco recibir? ¿Será que he
hecho buen uso del bien dar más que al solo dar?... te
diré a qué me refiero pero, antes de continuar, te invito a que abras este enlace en otra pestaña para que escuches esta música relajante del canal youtube de Súper Relax Channel mientras lees este post,
vale?…
Como te estaba diciendo…
He estado pensando estos últimos
días sobre el dar y el recibir. Y esa reflexión se ha generado en mí a raíz de
algo tan simple como revisar mi lista de contactos de mi celular.
Parece extraño porque pudiera
pensarse: ¿Y qué relación tiene una lista de contactos de un celular con dar y
recibir?. Veamos…
No sé si a ti te ha ocurrido pero me
pasó a mí. Mientras revisaba mi lista de contactos, hubo un momento en que
presté atención al sentimiento que me generaba cada persona de mi lista al leer
su nombre.
Y advertí que no es la misma
afinidad e intensidad del sentimiento que tengo hacia unos u otros. La
sensación que el nombre de cada uno me transmite es tan diferente!...Quizás tú
dirás: es lógico!... Puede que sí, pero ahora verás lo interesante de lo que te
planteo:
Me pregunté: lo que yo estoy sintiendo por cada una de
estas personas tan solo al leer sus
nombres, ¿Será lo que ellos sienten por mi cuando ven mi nombre en
sus listas de contactos?
Esto puede parecer
una tontería, pero no lo es… Te diré por qué:
Puse atención al sentimiento, pero
también me pregunté por qué sentía por cada uno de la forma en que lo estaba
sintiendo
Y descubrí que hacia aquellos cuyos nombres iba leyendo y
en que el afecto me resultó más hermoso y me daban, además, una sensación de
bienestar y un vínculo mayor con ellos, detecté que mi mente los asociaba a
momentos o situaciones en las que he recibido su apoyo, su mano amiga de forma
particular.
Son personas que me han acompañado con sus palabras para
obsequiarme su afecto y amistad o, simplemente, han respondido a cualquier
pregunta cotidiana u ordinaria del día a día, y que NUNCA han optado por el
silencio o el adiós sin explicaciones y sin anuncios.
Por todas esas personas sentí una inmensa gratitud con
solo leer sus nombres y, para mí, son de los que forman parte de esa inmensa
legión de seres que saben dar.
Entonces, me pregunté: ¿Qué clase de
persona he sido en ese sentido?, y sobre todo, ¿Qué clase de persona estoy siendo HOY? ¿Qué tanto estoy
dando y de qué manera estoy dando?
Y por toda respuesta,
siendo honesta conmigo me dije que, en ocasiones, he oscilado entre el bien dar y el mal dar.
Pero, ¿a qué me
refiero con eso del bien dar y el mal dar?
Pues, el bien dar, en
mi opinión, se refiere no solo a dar con la noble intención de ofrecer el apoyo a quien lo precise sin más ni más,
como si hacerlo, como si dar, fuese algo tan natural como respirar (y creo que
así sería mejor)
Si
no que el bien dar también se trata de saber qué y a quién damos. Y, en este punto de la
conversa, tal vez ya sepas de qué se trata el bien dar cuando de ¿qué y a quién doy?
se refiere
Si solo damos sin considerar ni
valorar nosotros mismos, en justa medida lo que damos, tenderemos a correr el
riesgo de no saber cuándo, qué tanto y dónde está el límite más sano para dar.
Y es que cuando damos, estamos entregando una parte
de nosotros mismos, y ese es el punto, el detalle, que es bueno
cuidar cuando de ¿qué y a quién doy? se refiere.
Luego de muchos porrazos, seguro que
aprendemos esta importante lección del arte del bien dar, no solo dar, y de recibir
el bien que aunque no lo busquemos vendrá a nosotros de vuelta.
En contraposición, el mal dar es la
cara opuesta al bien dar, así que imagínate lo que traerá de vuelta!
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Entonces… ¿De qué se trata bien dar y
recibir el bien?
En mi caso, he ido aprendiendo que no se trata solo de dar, sino de saber qué,
cuándo y a quién dar.
Está claro que para recibir primero hay que dar, y estoy
convencida que- como a la vida nadie la engaña- es bueno aprender a bien dar
que es el arte de dar y compartir limpia y noblemente, de saber a quién dar.
Se trata de estar claros que, cuando damos,
no estamos comprando seguidores ni voluntades, sino actuando acorde a la
naturaleza de la vida, entonces esa misma vida en su infinita
sabiduría y justicia nos traerá de vuelta, y de múltiples maneras, lo que
merecida, noble y naturalmente hemos dado en algún momento.
Y como cada día es un buen momento
para comenzar, me dije: Bueno Consuelo, aun tienes oportunidad de aprender
mejor el arte del bien dar y, aunque nunca llegues a saberlo ojalá que cuando,
los que te conocen, lean o escuchen tu nombre, puedan tener una grata sensación
y un buen recuerdo de ti…
Eso ya sería un regalo y le daría
sentido al haber contactado a todos, o por lo menos a una buena parte, de las
personas con quienes te has cruzado en la vida.
Si esta reflexión que hoy comparto
contigo, de alguna manera, te lleva a recordar momentos de tus darte, y lo que recibes o has recibido… si leer esto
por unos momentos te ha llevado a repensarte en ese aspecto, entonces este post
habrá tenido sentido.
Me despido por hoy, deseándote que
la cosecha que recojas esta navidad por el año que termina traiga alegrías a tu
corazón y si no fuese así, recuerda que CADA DÍA ES BUEN MOMENTO PARA COMENZAR…
Aquí te dejo un video corto del
canal de Sergio Hurtado llamado “La importancia del dar” que, quizás,
estremezca tu corazón …
Si
te ha gustado este post te invito a compartirlo o comentarlo (o ambas cosas) en
los botones que están un poco más abajo…
Un
gran abrazo… nos leemos en el próximo post.
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